viernes, 15 de enero de 2010

Al fallecer...

En el lecho se encontraba, roto y triste por la edad,
La vejez, precursora de la muerte, le pintó en gris.
En su cuerpo, solo sus ojos tenían vitalidad
pero en su mente aún había algo que le mantenía aquí.

Pese a que su ajado cuerpo servía ya para bien poco
Tenía, en la mente, la solución para un gran problema
Sabía al fin, como amar totalmente, sin volverse loco;
sabía, con total certeza, que debía escribir un poema

Uno en el que dejó por escrito en su último momento,
a su, tan amada, querida, y adorada Piedad,
que él siempre la quiso y aún la quiere más que la brisa al viento,
y que, pese a la muerte, su amor durará la eternidad.

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No está en mi naturaleza creer que hay algo más allá después de la muerte. Pero... pero quiero creer que si hay algo sean este tipo de cosas y no esos cielos y esos infiernos que predican los Evangelios. Prefiero soñar (aunque, repito que no creo) que, si hay algo, lo que haya sea una especie de felicidad plena... con quien desees ser feliz. Así, si de verdad existe el amor verdadero, será eterno, puro y proporcionará felicidad plena para quien en vida lo encontrara.

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