viernes, 19 de marzo de 2010

El pergamino

Ojos tristes y apagados que antes parecían dos cielos
ubicados en cuencas que el tiempo se encargó de hundir.
(…)
Así rezan las primeras letras del viejo pergamino. Está desvencijado, roto, ahumado casi por completo, pero es perfectamente legible. Este manuscrito, que encontré por accidente al entrar en el desván de la vieja casa de campo de mi recién fallecida bisabuela, trataba por entero de cosas así. Durante más de 50 líneas habla del cruel y despiadado ataque de la edad contra la que fue, para todas las personas que la conocieron en su juventud, la mujer más hermosa jamás vista. Una chica de los alrededores que todos los días pasaba frente a la hacienda de mi bisabuela.
(...)
quebrada la antaño lisa piel
arrugada la pasada tersura
apagada la luminosidad pasada
amargada para siempre la más exquisita de las dulzuras.
(…)
En un punto entre el verso libre y la narración poética el escrito continuaba mostrando, uno por uno, todos los detalles que la hacían más que perfecta y que, uno por uno, habían desaparecido. Al principio solo lo ojeé por encima pero se empezó a hacer más y más importante en mi vida. A los dos meses de tenerlo tenía que leerlo, completo y de manera concentrada, una vez al día. Al mismo tiempo mi vida se fue haciendo menos importante. El amor de mi novia se volvió rutinario, mi trabajo se volvió aburrido… o quizás fuese al revés: novia aburrida y trabajo rutinario. La verdad es que no lo sé e, igual de verdad es, que no me importaba.
Solo al final de mis días, 5 años después de encontrar el texto, con tan solo 30 años pero con una vida que se me escapa, he sido capaz de entenderlo. Ahora, que ya no puedo dar marcha atrás, ahora que mi cuerpo ha envejecido de manera desaforada, entiendo lo que me ocurrió. Me enamoré y al mismo tiempo me desengañe, de la chica del pergamino. Su belleza pasada, reflejada en esas líneas, me cautivo y me impresionó más que la visión directa de las mujeres de mi era. El aspecto que muestra que tenía a la vejez me demostró que la belleza no debía ser un factor a tener en cuenta por el amor. Y, la mezcla de las dos cosas, el sufrimiento que se refleja, la tristeza de haber perdido algo que nunca tuve ni podría tener, la lucha por conseguir algo inalcanzable pero que jamás se alejaba… me mató.
(…)
Los vientos y las brisas que antaño gozabas
Te fueron traicionando pues el viento y el peso
Fueron cambiando y echando a perder
La firmeza de tu cuerpo, la esbeltez de tu aspecto.
(…)
Mas, al final, como una última broma macabra, descubro la falsedad detrás de la realidad. La anciana reflejada nunca fue anciana, la belleza y posterior fealdad son imaginaciones y yo me muero sin haber hecho nada, sin haber sido feliz, por culpa de una invención. El pergamino no es más que la obra de un poeta desengañado, los periódicos locales que no sé porque busque y revisé lo relataban. 

"El poeta local se ha enontrado muerto en su domicilio. En principio todo hace suponer que se disparó con su propio trabuco a la cabeza. El joven había pasado la tarde en el velatorio de su ex novia. Habían formado una buena pareja durante más de tres años. Ella, de, tan solo, 19 años, le había dejado un mes antes de morir. Los rumores que dicen las gentes del lugar dicen que la razón del poeta para suicidarse ha sido una sátira. Al parecer la escribió como venganza y trataba sobre como afectaría la vejez a su amada. Se dice que vio el cadáver, aún perfecta y hermosa, y empezó a murmurar que la vejez no la tocaría como predijo."

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