domingo, 30 de mayo de 2010

Capítulo 8

Sentimiento descubierto
Cuando finalmente se quedó sola se sentó un rato en el suelo mirando a donde había caído la flor que ella lanzó. Aunque yo estaba lejos pude ver que ni siquiera en soledad lloró. Aún así se quedó allí, en esa misma postura, durante largo rato.
   Finalmente se levantó, aún sin lágrimas en los ojos, y con paso tranquilo pero decidido empezó a dirigirse al centro. Yo me sentía muy mal por seguirla a hurtadillas pero su actitud me parecía tan extraña que la curiosidad me impulsaba a seguirla pese a los remordimientos.
   De todas formas no tuve que ir tras ella durante mucho rato. Cuando se encontraba cerca de la plaza central encontró una terraza que, pese a ser invierno, tenía mesas en la calle. Sin un momento de duda se sentó en una pequeña mesita en el centro de la acera (solo había dos mesas ocupadas y debía haber en la calle más de quince) y pidió.
  Yo me encontraba muy lejos para escuchar lo que hablaban pero el camarero solo estuvo un par de segundos así que calculé que ella había pedido al momento. Debido a la escasa clientela que en esos momentos poblaban la terraza fue rápidamente atendida. Había pedido un café caliente (aún desde la lejanía podía ver las volutas de humo salir de la taza) y también un periódico.
  Sin apenas darle ligerísimos sorbos a la taza empezó a leer el periódico por detrás.
  Tras un rato largo empecé a aburrirme y ella parecía tan tranquila bebiendo su café y leyendo las noticias que no sabía cuanto más podía tardar. Fue entonces, cuando yo ya estaba empezando a pensar en dejar ese estúpido espionaje, cuando ella saltó.
  De repente dejó caer el periódico (ya por la portada) y se le cayó al suelo la tacita, aún con algo del negro líquido. Fue entonces, con las manos en la cara intentando evitarlo, cuando lloró una y mil lágrimas. Durante unos segundo se mantuvo así, tratando de parar inútilmente el río que fluía de sus ojos, pero al percatarse de que no conseguía nada, dejó un billete encima de la mesa y salió de allí huyendo.
  Yo creí que ya comprendía. Ella había aguantado el llanto un tiempo porque no quería caer, pero finalmente la presa había cedido de forma natural y había brotado en el lugar más inoportuno. Pese a todo quise hacer una última comprobación.
  Me acerqué a la terraza y recogiendo el periódico miré la portada para ver que contenía. Al principio no vi nada que me sorprendiera, la noticia de portada seguía tratando sobre la tragedia de los niños de Valladolid que había pasado dos días antes y en pequeños recortes hablaba de economía internacional y del Barça. Sin embargo cuando me disponía a dejar el periódico vi una última cosa que me hizo reflexionar. Como todos los días el MUNDO tenía una cita encabezando la portada y la de ese día era una del conocido poeta Rubén Darío:
  “Cuando quiero llorar no lloro y, a veces, lloro sin querer.”


2 comentarios:

Anónimo dijo...

pobrecilla... para cuando el proximo capitulo???

Sr.zepa dijo...

Hola, de nuevo, anónimo.

Mañana mismo, a primera hora de la madrugada, estará ya listo el próximo y definitivo capítulo.

Ya sé que, en la introducción, dije que eran 10 capítulos pero es que el 10º es un epílogo... así que, el desenlace estará disponible dentro de unas pocas horas.

¡Espero que el final mejore, para tu gusto, y te parezca algo menos triste e incomprensible que los personajes actuaran así!

Un abrazo!