miércoles, 10 de febrero de 2010

100% fiel, 0% amor

- Te quiero. Te quiero como nunca alguien ha llegado a querer. ¿Acaso tu no me quieres? - Suplico él.
- Yo no puedo quererte. No tengo sentimientos.
- Sí que los tienes, ¡joder!
- No es mi intención dañarte pero NO. No los tengo, - y ella, tras una ligera pausa, en la que parecia que lo estuviera analizandolo todo, apuntilló - ni nunca los tendré.

Él, enfadado a más no poder y, también, un poco compungido, se fue hasta la habitación contigua y se puso a teclear en una moderna computadora.
Mientras tanto ella, tan imperturbable como siempre, se quedó, tranquilamente, en la habitación, sin hacer nada de particular, con la mirada perdida en el horizonte.

Más adelante, ya de madrugada, hicieron el amor de forma apasionada y brutal. Ella se puso a horcajadas sobre él y, sin parar de percutir una y otra vez tuvieron su primer orgasmo. Al rato, poco, él volvió a la carga y lo hicieron una segunda vez. En esta ocasión con ella de rodillas y él montándola sin compasión. Para finalizar, esta vez tras un descanso mucho más prolongado en el que ambos estuvieron acariciándose el pecho, lo hicieron una tercera vez. Fue, con mucho, la más violenta de las tres. Él, mordisqueando sus pezones, y ella, clavando las uñas en su espalda, se hicieron pequeñas magulladuras, entre gritos de pasión y fuerza.

---------------------------------------------------------------------

Con las primeras luces del alba ella se levantó, pese a las altas horas a las que acabaron la noche anterior, tan temprano como siempre. Al momento se puso a recoger la casa, y a preparar la comida.

Cuando él se levanto, con algo de dolor en la espalda, el sol ya estaba bajando en dirección oeste. Ella ya había terminado de limpiar toda la casa, de limpiar y planchar la ropa y de preparar la comida.
Tras comprobar todo esto la encontró en la misma habitación en la que el día anterior habían discutido. Y, al igual que la tarde anterior, estaba allí, tranquila, sin hacer nada de particular, con la mirada perdida en el horizonte.

- Ya sé que no me quieres - empezó, una vez más, él - pero, al menos, ¿no me tienes algo de cariño?
- No.
- Pero... pero... - titubeó - ¿acaso no darías la vida por mí?
- Por supuesto que sí.
- Entonces eso es que me aprecias - contestó, entusiasmado.
- No. Daría la vida por tí porque es lo correcto pero no tengo sentimientos de ningún tipo así que no puedo apreciarte.
- Pero ¿porqué me haces esto? ¿tanto te cuesta reconocer que eso es 'sentir'?
- Sabes que no quiero molestarte pero debo contradecirte. Haré siempre el bien porque está en mi naturaleza ayudar pero no puedo sentir... Nada.

Tras esta conversación él salió de la sala y se dirigió, como en la tarde anterior, a teclear algo en la computadora de la habitación contigua.
Y lo que tecleó aquel ingeniero, con las lágrimas brotando de sus ojos como si fueran dos manantiales, fueron los comandos necesarios para desconectar a la robot, tomar el programa que le daba la inteligencia artificial y, costándole sobremanera, eliminar, por enésima vez, el código. Lo había intentado de todas las maneras posibles pero, ni tras miles de intentos (todos ellos alcanzando grados humanos de inteligencia) había logrado que ella le amase. Por lo tanto, admitiendo por completo la derrota a toda una década dedicada por completo a ella, cayó al suelo y dejo que su pena saliera de él a mares.
En la otra habitación el cambio fue inapreciable. Al fin y al cabo la robot seguía tranquila, sin hacer nada de particular, con la mirada perdida en un horizonte que, para ella, ya nunca existiría.

4 comentarios:

R. dijo...

Dale duro a esas teclas, compañero!

un saludo, me gustó este polvazo literario.

Sr.zepa dijo...

Pues, aunque esta historia sea de ciencia ficción, cada vez estamos más cerca de que pueda pasar algo así.

¿la prueba?
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/01/10/navegante/1263112978.html

¡no les dejeis sin existencias el primer día guarrones!!!

Bego Paredes dijo...

no soporto siquiera las lagrimas humanas fingidas ni lasrisas electrónicas, mucho menos un robot..odio la artificialiad,en todos los sentidos, lo siento. y quiza el protagonista tb..si no, ¿por qué lloraba el ingeniero en la habitación de al lado?

Sr.zepa dijo...

¡¡hola, tu misma!!

En primer lugar gracias por visitar mi blog y comentar en él. Espero que te haya gustado lo que has leído.

En segundo lugar... yo, al escribir el cuento, pensé en las motivaciones del personaje a mí manera.... pero yo prefiero que, cada lector, tome su propio camino a la hora de entender mis escritos. De hecho, hasta que tu lo has dicho, no lo había pensado así... pero ¡me gusta!

Un fuerte abrazo y, de nuevo, gracias por visitar este blog.